| Egidi, Roberto - Filippi, Fedora - Martone, Sonia (a cura di): Archeologia e infrastrutture Il tracci ato fondamentale della linea C della metropolitana di Roma: prime indagini archeologiche. Volume speciale del «Bollettino d’Arte», anno 2010 2011, cm 22,5 ¥ 28,5, xvi-328 pp. con 360 figg. n.t. a colori e 3 pieghevoli a colori in tasca.
Rilegato. isbn 978 88 222 6090 1 ; 84,00 € (Olschki, Firenze 2011)
| Compte rendu par Antonio Monterroso, Consejo Superior de Investigaciones Científicas Nombre de mots : 3223 mots Publié en ligne le 2011-12-27 Citation: Histara les comptes rendus (ISSN 2100-0700). Lien: http://histara.sorbonne.fr/cr.php?cr=1430 Lien pour commander ce livre Las conclusiones preliminares de las primeras indagaciones arqueológicas pertinentes al trazado de la tercera línea metropolitana de Roma (Linea C) se resumen en una obra de conjunto, excelentemente editada (Casa Ed. Leo S. Olschki-Firenze), donde la complejidad de la problemática patrimonial abordada germina en un contenido vivo, rico y diversificado: tanto por su pluralidad temática como por la variedad de aproximaciones metodológicas y matices críticos aportados.
Dos preludios sobre la situación socio-patrimonial y científica planteada por la construcción de esta Linea C encabezan esta obra; uno, realizado por el Soprintendente A. Bottini, que ambienta brevemente esta situación en la evolución de la arqueología preventiva en Roma durante las últimas décadas. Y otro, de corte más regional, a cargo de la Soprintendente M. Sapelli, donde se alude al resto de experiencias regionales y suprarregionales más o menos pertinentes a ésta.
La necesaria puesta en práctica de este matrimonio a la fuerza, patrimonio-infraestructuras, hace que la misma Arqueología evolucione en sus estrategias, procesos y métodos, siendo capaz de determinar la tutelas patrimoniales a adoptar y afrontar incluso conforme se avanza. Se abre a nuevos frentes y afronta desde sí misma nuevas perspectivas y habilidades de trabajo. Esto se aborda detenidamente en el verdadero comienzo del libro, con el trabajo realizado por S. Martone. Tras ello, acontece un elenco temático que construye el núcleo del discurso científico, y que viaja en función del sentido Oeste-Este de este nuevo trazado metropolitano: desde el Piazzale Clodio en el Ager Vaticanus (M. Bertinetti), hasta el Pantano Borghese, en los albores de la antigua Gabii (M. Angle/D.Mancini).
En medio, Roma, urbe y agro. Entera desde la Aurora al Ocaso, revelada pétreamente a retazos por las estaciones de ingreso y ramales viarios de este túnel del tiempo y el espacio arqueológicos que es la Linea C. El Campo Vaticano por tanto, junto con los entornos de Ponte Milvio, con la aplicación de la tomografía eléctrica en la zona de la futura Stazione Auditorium (M. Piranomonte con C. Vercelli); el Campo Marzio Occidental (F. Filippi con los apéndices de R. Leonardi, S. Pracchia, S. Buonauguro, M. Laudato y N. Saviane), el inicio de la Via Lata y los sectores anteriores del Foro de Trajano (R. Egidi con la contribución epigráfica de S. Orlandi), las fases medievales del entorno de Piazza Venezia (M. Serlorenzi con los apéndices de V. La Salvia, A. Iacone, F. Galadini y E. Falucci), Velia, Carinae y Amphitheatrum (R. Rea), la topografía del Celio (M. Barbera), sus galerías y canteras antiguas (R. Santolini), la evolución del paisaje a lo largo de las murallas Aurelianas desde la vía Casilina Vieja a la Porta Metronia (R. Rea), la zona externa a las murallas situada entre las vías Casilina y Prenestina (A. Buccellato), la zona suburbana de acueductos y vías funerarias de los municipios VII y VIII (S. Musco).
Linea C: todo un desafío de nuestro tiempo, tan imperial como necesario.
La problemática semántica que plantea esta obra tiene dos nodos claros de interés.
Uno, el más vivo y crítico, lo polariza la cuestión patrimonial: cómo pensar y afrontar una obra ingenieril de magnitud imperial, cómo desarrollarla en el día a día y cómo hacerla convivir con el patrimonio natural, paisajístico e histórico de Roma y su entorno. Sobre todo cuando, en grado de máxima y como ejemplo, se plantea la construcción de una nueva Stazione Fori Imperiali que conectará con la existente Stazione Colosseo de la Linea B, formando un nudo intercambiador subterráneo justo en este non plus ultra monumental aglutinado en torno a la Basílica de Majencio y el Anfiteatro Flavio. Misma situación en Piazza Venezia en espera del trazado de la futurible línea D, de dirección N-S, que se comunicará con esta Linea C en este punto neurálgico del centro histórico.
El segundo, más preciso y especializado, compete a las diversas hipótesis y conocimientos científicos que se permiten conseguir y/o exponer con la realización de tantas excavaciones arqueológicas y la recuperación de la ingente cantidad de datos que permite tan amplio margen espacial.
La primera cuestión encuentra su máximo grado de discusión y controversia en las zonas de este trazado metropolitano situadas en pleno centro histórico de Roma; lugar de pasados y famosos sventramenti en superficie de no perdida memoria. Por la zona aquí interesada, se pueden traer a colación los causados por la apertura Via dei Fori Imperiali, por la del Corso Vittorio Emanuele II (l’asse di Roma moderna che fu lasciato a mezzo) (1) o el fallido intento de prolongar el Corso Rinascimento hasta el Ponte Garibaldi, destruyendo todo el barrio superpuesto a los Monumenta Pompeiana del Campo de Marte; también inconcluso a partir de la iglesia de Sant´Andrea della Valle (2).
Pero Roma ciudad Capital o Roma ciudad Histórica (3) ya no es el debate. Roma debe aspirar a ser las dos cosas: ese es el desafío, debido sobre todo a un flujo de peatones y automóviles siempre creciente en la capital italiana, que conviene encauzar. La cuestión que afronta este libro y en general el proyecto de Metro C es cómo dotarla de esas infraestructuras de transporte, imperiosamente necesarias, en consenso con el patrimonio; sin caer en errores pasados, tales como el abatimiento de la Velia con la apertura de la Via dell’Impero, o la destrucción de la Meta Sudans precisamente con la construcción de la Linea B de la misma Metropolitana, entre otras.
La empresa vuelve a ser enorme, en el espacio y en el tiempo de ejecución. Pero hay una diferencia fundamental con las situaciones antes citadas; esta vez los trenes y las galerías circularán entre 30 y 36 metros de profundidad, excavándose los ejes viarios a modo de túneles ya a esa profundidad, sin afectar a cuanto queda encima. El problema pues reside en los pozos de ventilación y en los accesos; tanto para las máquinas perforadoras como para los futuros viajeros, pues en la vertical del paso de los futuros trenes, todo debe desaparecer.
En esta situación actual de intervenciones arqueológicas preventivas para determinar la definitiva ubicación de trazados y estaciones, gravitan fundamentalmente tres situaciones de notable relevancia, ubicadas en pleno centro histórico, que son un nítido espejo de la pluralidad de problemáticas que plantea este libro, así como de la loable intención por parte de la Soprintendenza Archeologica di Roma, como repite S. Bottini, de hacer de este trazado un “Metro arqueológico” “non come semplice strumento di trasporto, ma anche come mezzo di valorizzazione del patrimonio storico di Roma”.
Al margen de situaciones muy interesantes fuera del centro histórico, parece claro que es aquí donde se concentra la mayor riqueza patrimonial y con ello, la problemática más fecunda.
Una situación interesante de actuación ha sido la del replanteamiento de la ubicación de la Stazione Chiesa Nuova. Aunque no ha sido resuelta definitivamente todavía, si ha sido positivamente afrontada gracias al enorme trabajo de proyección y tutela que reluce esta obra, a través de unas actuaciones arqueológicas preventivas que prevén consensuar su posición en la zona anterior al cuerpo principal de la Iglesia de Santa María in Vallicella, aprovechando la excavación de la antigua conducción hidráulica ya ejecutada en principio con la apertura de Corso Vittorio Emanuele II hace más de un siglo (4): intentando reducir en todo lo posible la superficie de excavación y afección patrimonial en esta zona tan conspicua del Campo de Marte.
Otro caso positivo, este sin actuación final, lo ofrece la decisión de eliminar la Stazione Torre Argentina, cuyo acceso principal y ramales secundarios fueron previstos en la zona de confluencia entre monumentos pompeyanos, agripianos y domicianeos de este sector del Campo de Marte, a veces tan esquivos como discutidos, y que ha desaconsejado felizmente la prosecución de esta actuación.
El caso más candente lo ofrece sin dudas la Stazione Piazza Venezia, ubicada en principio el centro ante “il Vittoriano”, y pensada además para funcionar de intercambiador de una futura Linea D, de trazado N-S. En la vertical del paso de los trenes, allí donde se han recuperado varias fases de la Via Lata y su entorno comercial adjunto, nada puede restar: y por ello la problemática sobre el futuro de estos restos arqueológicos de primera importancia histórica es bien compleja. Se prevé ya una posibilidad de traslado in toto, seguramente la única posible en el futuro, con la garantía patrimonial de la Soprintendenza. Pero quedará por ver además qué destino tienen los importantísimos restos de época de Adriano identificados con su célebre Athenaeum, recuperados en la zona anterior a la iglesia de la Madonna di Loreto, justo en coincidencia con una de las entradas previstas a la estación. El debate, se promete pues intenso.
En cuanto a las novedades científicas, conspicuas y amplias, resaltaremos ahora algunas de las más significativas en relación sobre todo con la zona de mayor interés, esto es, el centro histórico. La riqueza de datos que aporta este libro es considerable y excede sobradamente los límites de esta recensión. Emplazamos encarecidamente por ello al lector a una lectura general de esta interesante obra.
De Oeste a Este, cabe citar en primer lugar el avance en el conocimiento de los niveles de ocupación de época antigua en este sector del XVII Municipio gracias a toda una serie de sondeos geognósticos. Igualmente cabe destacar las novedades sobre el trazado de la Via Triumphalis, así como de los ambientes funerarios que la enmarcan. Los nuevos hallazgos en la excavación de la Stazione Risorgimento aquí presentados (donde destaca también un horno fabril del s. SVIII), junto con las recientes excavaciones en la zona colíndante con San Pietro (5), sin duda han contribuido a un rico conocimiento de este binomio via-funus en los últimos años.
Cruzando el Tíber, los trabajos dirigidos por F. Filippi, se revelan de neta importancia para un sector tan conspicuo de la topografía antigua de Roma como es el Campo de Marte que flanquea el Corso Vittorio Emanuele II. De todas las intervenciones realizadas destaca la practicada frente a la iglesia de Sant´Andrea della Valle: que ha propiciado un enriquecimiento substancial respecto de la zona tocante a los monumenta agrippiana, a los de Nerón e incluso a los de Domiciano. En primer lugar es interesante destacar la localización del nivel de suelo de época tardorrepublicana en este sector a una cota de 10.24 m.s.n.m, es decir, a la misma de la arranca el nivel de suelo del contiguo teatro pompeyano (6): por lo que hay una coherencia notable en el nivel de uso en este momento en ambos flancos de este sector.
Después, tras un análisis minucioso de cuanto obtenido en la excavación, y su cotejo con intervenciones anteriores y de archivo, se llega a la propuesta de identificar el enorme cuadripórtico con jardín y piscina central situado a E del estadio y odeón de Domiciano (entre Corso Rinascimento y Via del Monterone) con el Gymnasium Neronis, entendido ahora éste como una remodelación del stagnum de Agripa, conectado a sus termas, en función a la estratigrafía y materiales arquitectónicos recuperados. Esta es una propuesta interesantísima, en relación a las termas y también a cuanto debió suponer la instauración de los Neroneia entre 60 y 62 d. C y la posible construcción de un primitivo stadium de origen griego, como ya apuntaba Colini (7), que deberá ser ultimada en sus consecuencias en un futuro próximo. Formalmente, la única perplejidad de la propuesta reconstructiva es la disimilitud métrica en la anchura de los dos flancos mayores de este éste cuadripórtico.
La otra parte significativa de los trabajos de F. Filippi, entre varias novedades más, en el detallado conocimiento que se ha podido obtener en relación al recorrido y configuración formal del célebre euripus.
Los apéndices finales de reconstrucción del paisaje primitivo de este sector del Campo Marzio, se revelan igualmente de un notable interés; fundamentalmente por todo cuanto permiten conocer al respecto de la ubicación de los distintos edificios y jardines en este sector en función de las distintas zonas secas y húmedas que residen en la base de su conformación geológica.
Piazza Venezia es el otro gran polo semántico que nos ha brindado la construcción de este metro arqueológico. Ya de por sí, el conocimiento de la evolución topográfica, desde la Antigüedad al Medievo, de la tramo inicial de la Via Lata, con las sucesivas construcciones de carácter comercial que lo jalonan, supone un descubrimiento de primer orden. Sobre todo porque permite enriquecer el conocimiento ocupacional de este sector y contextualizar ese vacío constructivo que en sus entornos produjo el abatimiento de la colina que conectaba el Arx y el tramo inferior del Quirinal; lugar limítrofe al “Vittoriano” donde se ha propuesto trasladar la entrada a la stazione Venezia, aprovechando ese vacío, aunque por ahora sin éxito.
Aún así, es sin lugar a dudas el descubrimiento de dos edificios públicos organizados conforme a dos largas tribunas afrontadas en el área de la iglesia de la Madonna di Loreto, provistos de una decoración marmórea similar a la del contiguo foro de Trajano, lo que más enriquece, aun si cabe, toda la problemática que en torno al forum Traiani se ha vivido en los últimos años.
Las conclusiones de R. Egidi son del todo pertinentes al respecto de la posible funcionalidad de estos edificios; claro está que auditorios, sede de discusiones, más allá de la especificidad temática de las mismas. La identificación con el Athenaeum construido por Adriano al regreso de su campaña en Palestina en 135 d. C parece igualmente pertinente, si bien, se debe remarcar el contraste con los bolli laterizi documentados en el derrumbe del edificio, y que como el mismo Egidi sostiene deben datarse en los años 123 y 125 d. C. Si se trata de bolli pertenecientes a materiales constructivos en stock se solventa fácilmente el problema, pero debe quizás ofrecerse algún matiz en este sentido.
Lo más interesante aun, son las consecuencias que la sistematización formal y espacial de estos espacios para el diálogo (recitales, auditorios, sede del Senado y de actividades judiciales constatadas por las fuentes en el Athenaeum) (8) tienen con respecto a ese área, tan novedosa, organizada con anterioridad al enorme propileo de entrada al foro de Trajano.
Por un lado, si estos espacios del Athenaeum acogieron secundariamente también actividades judiciales (Cf. Hist. Aug. Alex. 35.3; Symm. Epist. 9.89.2) junto con las principales, algo más espirituosas, se puede plantear quizás la voluntad de querer extirpar alguna parte de este tipo de concentraciones públicas y polémicas, no sólo del corazón propio del Forum Traiani, sino también quizás del contiguo Forum Augusti: donde se han documentado reformas en los pórticos (y por lo tanto en sus ámbitos judiciales) justo en época de Adriano (9).
Por otra parte, los trabajos de R. Egidi y A. Claridge (10) sobre este sector (junto con las excavaciones en Palazzo Valentini, sede de la Provincia, con la recuperación de domus de altísimo nivel), parecen resaltar que ese enorme propileo hexástilo que sustituyó al Traianeum de I. Gismondi no tenía demasiada amplitud visual, y que, como es habitual en Roma, se volvía a jugar con el asombro de los espacios. Se organizaba y concentraba pues, en torno al propileo, una especie de área pública a modo de antesala de estos espacios, destinada a aglutinar los entreactos y ocio consubstanciales a este tipo de actividades.
Ello nos lleva a la última consideración. En esta posición, el Athenaeum sirve de verdadero vestíbulo al ingreso al Foro de Trajano. Un ludus ingenuarum artium (Aur. Vict. Caes. 14.1.3) justo anterior a la Columna. Una especie de “calchidicum cultural”. Se liberaba así, o se complementaba, el carácter forense del contiguo foro; máxime si aquí, también pudieron llevarse a cabo algunas actividades judiciales (y pudo tener cierta función de custodia libraría).
Esta separación compartida de usos y flujos de personas entre el exterior y el interior del foro trajaneo, tiene un centro neurálgico claro: la propia Columna Trajana, el papiro marmóreo de las campañas dácicas, junto a las construcciones laterales, las así llamadas “bibliotecas”. Por ello, y apelando a su carácter restrictivamente sacro, parece cobrar aun mayor vigor la proposición de P. Gros de identificar estas “bibliotecas” con los templos dedicados al Divo Trajano y a Plotina (11). Protagonistas ahora, aun más, a modo de borne sacro y simbólico, entre Athenaeum y el propio Forum. Ese sentido de paso, de cerniera, es el que tienen también los paralelos más netos para este esquema propuesto por P. Gros: el Divorum domicianeo del Campo de Marte, y el del así llamado Antinoeion, situado en la entrada principal de Villa Adriana (12).
El caso del segundo es bien evidente. Pero el del primero es más representativo, apelando al carácter de “portera” de la Minerva calchidica que custodiaba en su tholos el ingreso al Divorum domicianeo. Aquí, Minerva es Athena, y hace también de antesala: ofreciendo esta vez su vertiente más griega, como custodia del logos, antes de encarar la Columna y el Traianeum.
Los testimonios medievales que continúan la vida de este sector son de máximo interés a la vez que un complemento muy rico a cuanto han permitido conocer las excavaciones desarrolladas en el área de los foros imperial en los últimos años (13).
Siguiendo el curso del Metro C hacía el Este, destacamos para finalizar la nueva exploración de las galerías y canteras bajo el Celio, y concretamente bajo el Claudianum, a cuya construcción quizás sirvieron estas canteras y la cual desproveyó de ciertas funciones de suministro de agua a este sector partir de estos manantiales subterráneos.
En definitiva, se trata de una obra rica tanto en edición como en contenidos, que ofrece una serie de novedades que, seguramente, servirán de apasionado campo de debate para muchas de las cuestiones, sobre todo de topografía romana, que se abordanen ella. Para todos los amantes de Roma y la romanidad, es de esperar fervientemente que la construcción de la Metro C germine finalmente en ese metro arqueológico tan deseado, y que, el tránsito férreo por el vientre de Roma sea para sus habitantes y transeúntes una invitación para cuidar, cultivar y rememorar cuanto permanece en el “soprasuolo”.
1 Cf. G. Cimino y M. Nota (eds), Corso Vittorio Emanuele II tra urbanistica e archeologia. Storia di uno sventramento, Napoli, 1998.
2 Cf. AA.VV, “Il problema archeologico del teatro di Pompeo e il Corso Rinascimento”, Capitolium XII, 1937, pp. 99-122.
3 Op. cit. supra, p. 30.
4 Por ejemplo c.f: R. Lanciani, Storia degli scavi di Roma V, Roma, 1990 (Reed.), p. 148; NSc 1884; p. 103-104 y 227; NSc 1885, p. 424; NSc 1886, p. 81.
5 Cf. P. Liverani y G. Spinola, La necropoli vaticana lungo la via Trionfale, Roma, 2006.
6 Cf. A. Monterroso, Theatrum Pompei. Forma y arquitectura del la génesis del modelo teatral de Roma, Madrid, 2010, p. 298 y ss.
7 A.M. Colini, Stadium Domitiani, Roma, 1941, pp. 22-24.
8 Cf. “Athenaeum”, LTUR I, p.131.
9 Cfr. Ch. Leon, Die Bau-Ornamentik des Trajansforums, Viena, 1971, p. 217 y Taf. 87.2; M. T. Boatwright, Hadrian and the city of Rome, Princeton, 1987, pp. 95-96; F. Coarelli, Roma, Roma, 2008, p. 130.
10 A. Claridge, “Hadrian´s Lost Temple of Trajan”, JRA 20.1, 2007, pp. 54-94.
11 P. Gros, “Les enjeux historiques du débat de l’ordonnance du Forum de Trajan”, CRAI, 149-1, 2005, pp. 173-197.
12 Cf. Z. Mari y S. Sgalambro, “The Antinoeion of Hadrian’s Villa: Interpretation and Architectural Reconstruction”, AJA 111.1, 2007, pp. 83-104.
13 R. Meneghini y R. Santangeli, I Fori Imperiali. Gli scavi del Comune di Roma 1991-2007, Roma, 2007.
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